miércoles, 10 de noviembre de 2010

El segundo mástil de la Bambalina


A la fragata Bambalina sólo le quedaba un mástil. Estaba gobernada por un viejo lobo de mar, arrugado y rosa, que en cada travesía cantaba esta canción:

Mi humilde velero tiene,

Por casco a tres mujeres,

La primera es el cañón,

La segunda es de bandera,

Y en la popa, la tercera

-está tallada de madera,

Y me pone brabucón.

Cada vez que entonaba esta canción, al Capitán se le encendían dos luceros rojos en las mejillas, y zarpaba presto hacia alta mar, aunque su fragata apenas llegara a alcanzar los cinco nudos a toda vela, pues su único mástil tan solo permitía al timón ciertas maniobras. Cuando la Bambalina alcanzaba su máxima velocidad, una brisa fresca azotábale en la cara, caricia que el Capitán tomaba con el buen humor de un rejuvenecer efímero.

Un buen día, todavía embelesado en estos menesteres, el Capitán oyó de pronto un ruido en cubierta:

Capitán: ¡Válgame todo el coral que alumbra el mar con su color! ,¿qué haces tú aquí, muchacha?

Muy pegadita a la quilla, hallábase una joven de castaña melena, agazapada cual erizo de mar entre las rocas, bajo un manto que quizá creyera hacerla invisible. Por más que el Capitán insistía, no obtenía respuesta alguna por parte de la joven, así que la tomó en volandas y llevóla al uno de los camarotes.

Capitán: ¿Ves Coral? Así te llamaré, ya que ni un pío recibo de tus labios. En esta fragata en la te hallas por fortuna o desgracia, todas las cosas buenas se hacen entre bambalinas. (Dejó entrever unos pocos dientes amarillos entre sus fortísimas risotadas).

La polizona sonrió con los ojos todavía cerrados. Carecía de cualquier pieza dental que, a su temprana edad, todavía pudiera adornar su boca, y el Capitán se preguntó si tampoco tendría lengua. Dejóla acostada en un camastro, en uno de los mejores camarotes de la Bambalina, si es que aún quedaba alguno de estos, y se fue con gran apuro. Ya anochecía en alta mar, y el Capitán, asido con fuerza al timón, no dejaba de pensar en la muchacha, y sus vírgenes encías. Cantaba entre susurros con una sonrisa retorcida:

Austrohúngaro o romano,

¡Ni un real vale el imperio!,

Si son estas pequeñas cosas,

Las que gozan de gran misterio.

Durante la noche, en el camarote del capitán, se escucharon, confundiéndose entre los susurros del mar, pequeños gemidos que un hombre recita normalmente en soledad, cuando se halla con la única compañía de sus manos.

Capitán: ¡Buen día, Coral! Hoy Poseidón nos ha sonreído, esta misma tarde tornaremos a tierra, y te devolveré a tus padres, criatura, ¡que deben andar buscándote! Las niñas de hoy no sabéis lo que tenéis…

Interrumpiendo esta frese, Coral se lanzó de un solo gesto a los pies del Capitán. Meneaba la cabeza de un lado a otro sin cesar, pronunciando sonidos guturales entrecortados en lo que al Capitán le pareció una maniobra de esfuerzo sobrehumano. En seguida se dio cuenta de que la muchacha hallábase en el barco tras un intento desesperado de escapar de algo que la acechaba en tierra.

Para su sorpresa, la joven arrebató de un tirón el pantalón del traje de aguas del Capitán y comenzó a acariciar el gran calzón de roídos algodones. Quedóse perplejo ante esta hazaña, pero no le impidió que siguiera. Lentamente, Coral introdujo un dedo a través del pequeño agujero que residía entre los botones del calzón y comenzó a juguetear con el miembro ya erecto del Capitán. Éste comenzó a acariciarle el pelo, acercando la cabeza de la joven hacia sí. Con la boca, Coral desabrochó los botones de la prenda y se irguió de rodillas, acariciando con el, ahora, segundo mástil de la Bambalina sus duros pechos.

Capitán: Abre la boca niña.

El Capitán estaba profundamente excitado, había visto la vacía la boca de Coral, sabía que aquella podría ser una de las mejores felaciones de su vida. Cuando Coral abrió la boca y alzó la mirada hacia la cara del viejo, emanaron dos enromes gotas de agua salada de sus ojos. El Capitán soltó de pronto el castaño cabello y apartóse, apuñalado por la afilada hoja de la vergüenza. Tomó a Coral en brazos, muy despacio. Acostóla de nuevo en el lecho y examinóla con sus curtidas manos, de arriba abajo.

Capitán: no te asustes, ¡eh Coral! No pienso hacerte cosa mala.

Bajo la manta que cubría el cuerpo la niña no había más que pellejo y temblor. Tocó todas las partes de su cuerpo, aferrado con la mano libre a un pequeño rosario que llevaba siempre en el bolsillo con la inscripción de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, debatiéndose como hombre y cristiano entre la oración y la devoción.

Cuando estaba llegando a la garganta, descubrió un cuerpo extraño bajo la piel de Coral:

Capitán: abre la boca, niña (ruborizóse por el recuerdo).

Introduce una pequeña astilla de madera que encuentra cerca de sus pies y, tras maniobrar un rato, logra sacar de la garganta de Coral una gran espina, como si la de un tiburón se tratase. El grito de la joven debió escucharse en los seis mares vecinos.

Coral: soy prostituta en el puerto de Las Bouzas, justo donde atraca su fragata, por favor, no me devuelva allí. Haré todo cuando me pida.

Capitán: ¿Cómo es que tenías esta espina clavada en la garganta?

Coral: no es una espina, es un trozo de marfil, está maldito, lo traen de la costa de África para callar nuestras voces y que no podamos contar a nadie lo que nos hacen. No se imagina las cosas que tenemos que hacer por dinero, buen hombre, de todo...¡de todo! Por eso me escapé, por favor Capitán, no me devuelva con ellos.

Todavía con la miel en los labios…(en su mente tarareando una canción)

Capitán: prostituta, ¿eh?, ¿de todo? bueno, Coral, podemos llegar a un acuerdo. (el rosario cae al suelo y se rompe en mil pedazos, la Bambalina vuelve a tener dos mástiles).

Más vale lo malo conocido, que lo peor por conocer.

6 comentarios:

  1. Gran relato breve que, por breve, es dos veces bueno!
    Bienvenida!

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  2. Me uno a darte la bienvenida, al igual que el resto de austrohúngaros que regentan este prostíbulo de palabras.

    Un gran relato, de verdad. Además, me has quitado la temática que tenía para mi siguiente historias. El pirata Barba Azul tendrá que usar su pata de palo en otro momento...

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  3. Hacemos una colabo? xD mi Capitán todavía no tiene nombre, no te cierres a una II parte del
    "Segundo mástil de la Bambalina", además el final de este relato es del todo abierto...¿por qué no intentarlo?

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  4. JAJA!!! Estaba de broma. Lo cierto es que había pensado durante un momento y antes de leer tu relato hacer uno con temática pirata, porque da mucho juego al erotismo. Pero tranqui, solo me estaba quedando contigo.

    Pero en cuanto a la colaboración, perfecto. Como una sinfonía de piano a dos manos. Cuando tú me digas.

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  5. Acabo de leer el comentario, perdón por mi tardía respuesta. En breves momentos te propondré un tema afín a la mar y nos ponemos a ello :)

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